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martes, 29 de junio de 2010

LEJANA


Te pienso, no es novedad.

Es más un rito

en circunstancias propicias.

sábado, 26 de junio de 2010

50 años del nadaismo. 34 años sin nada.

En 1958, el naciente poeta Gonzalo Arango, prodigio de putas y olvidados, emprendería la más sublime odisea concebida en el nuevo mundo: el nadaismo, el único movimiento artístico de vanguardia en utilizar verdaderamente la acción de la vanguardia, más allá de la mera forma. En compañía de otro puñado de mancebos, lúbricos, drogados y exaltados por las vicisitudes de las transgresiones en Europa, de la creciente contracultura americana y la emancipación de la juventud por el descubrimiento de la posibilidad mediante el hecho, azotó los regímenes decorosos de la sociedad colombiana, la histórica lejanía facinerosa de los escritores, y los embelecos de los regentes de las artes, correspondientes más a las concepciones irreales y apartadas de la necesidad, que a la responsabilidad obligatoria del artista de recrear la imagen de su mundo.

Así pues, en lo que parecía una correría infatigable, los nadaistas, con libros y hechos, libraron la guerra más hermosa contra lo innecesario, que sin previo aviso, prendió las alarmas y concentró la atención totalizada de un país de viejas mojigatas y tartufos. Mucho se ha hablado de sus actos públicos: la quema de los libros clásicos embaucadores, el sacrilegio con las hostias y el sabotaje al congreso de escritores católicos, los escándalos sexuales, la cárcel, y un sinfín de mitos alborotados por los ofendidos, como prueba de la necesidad de censurar a estos caballos sin sosiego. Pero todo esto no tendría relevancia si no se equipara con el alma furibunda de los textos de su fundador, que reflejan, más que la necesidad de llamar la atención y apelar al escándalo por simple impulso, la búsqueda latente por entender el engranaje absoluto del universo y establecerse en el fervor del Todo verdadero; esa era la Nada, la búsqueda inmanente del Todo. Gonzalo Arango, -y que se revuelquen en su tumba Leon de Greiff y Guillermo Valencia, par de embusteros- el poeta de Colombia, el mensajero del viento a nuestra patria ciega, murió el 27 de septiembre de 1976, dejando a la literatura colombiana como el adefesio que siempre ha sido, y al moralismo intransigente, con camino libre para regir hasta la eternidad.

Hace algunos días, bajo las riendas de Elmo Valencia, ex compañero del poeta, salió al mercado el libro Bodas sin oro. Cincuenta años del nadaismo, una recopilación de textos, anécdotas y datos biográficos a manera de conmemoración, y que, como su nombre lo sugiere, y como lo han sabido repetir hasta el cansancio los demás militantes, tiene la intención de recalcar el nuevo lema del mercado colombiano: el nadaismo no ha muerto; consigna que parece dejar unos buenos pesos para Valencia y sus secuaces, porque no es más que eso: una estrategia comercial infame y usurpadora.

El nadaismo sí murió, con su profeta, ese 27 de septiembre de hace casi 34 años. Y para los demás mal llamados nadaistas, murió mucho antes, cuando Gonzalo decidió enfilar el rumbo a otro nivel, porque era el momento, y los parásitos se negaron. Naturalmente, no estuvieron de acuerdo con dejar de drogarse, de contraer enfermedades venéreas, y pretender la poesía como un panfleto callejero.

Desde entonces, el mismo Elmo Valencia, Jaime Jaramillo Escobar, Jotamario Arbeláez, Eduardo Escobar y demás badulaques, no han hecho más que ufanarse de algo que no son, robarse el crédito y creer que aún conservan la palabra, por historia, no por acción. Llevan 34 años autoproclamándose Poetas y Nadaistas, engordando sus cuentas bancarias y aferrándose a su condición de vividores, porque de nadaismo, valga la redundancia pero no la semejanza, no han hecho nada. En la época dorada, si es que así se le puede llamar -por fin le atinaste a una, Elmo-, que sólo fue el tiempo de vida de Gonzalo, no hicieron más que esconderse a sus espaldas, vivir arrastrados, mantenidos, rezagados. ¿Pero cuándo han escupido otra hostia o poema sacrilegioso?, ¿cuándo han puesto a temblar al país de nuevo? ¡payasos, impostores! ¡falsos poetas!. Creyeron que tenían pase de por vida, que el pasado perduraría sempiterno.

Yo, más bufón que ustedes, desde aquí los condeno, y condeno al que los lea convencido. Que regresen a su estado de gusanos, sin Gonzalo, sin poesía, sin palabras.

¡Hijos de puta! ¡ladrones sin máscara!

El único Poeta era él, al que ustedes despreciaron y jamás entenderán. Ustedes, en cambio, no son Nada.

***
Ay, Gonzalito, alma bendita, amor de mis amores. ¡Cuando será tu segunda venida!.

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http://elnopensante.blogspot.com/

La sala de los ecos



…Es la sala de los ecos,

góticamente abovedada,

con sus suelos trasmutados

en etéreas cascadas.


Como si no sostuvieran

sus techos irrecordables,

con sus muros atardecidos

y sus lánguidos pilares.


Encima de sus cúpulas

nunca, algo humano ha sido

ni sus tronos ni sus leyes,

sus miserias y castigos.


El sonido se disloca

las palabras se disuelven

y sus mentiras no llegan

a estas alturas celestes.


El templo de informes voces

con sus fauces descarnadas

y sus ojos de espanto reta,

sentidos, materia y nada.


Logra guardar sus silencios

por el miedo de lo vivo

pues al que logra violarla

lo persiguen sus latidos.

Como una magra conciencia

como el deseo del veneno,

las cicatrices del tiempo

un cadáver en el lecho.


Que busca sus espaldas

y le besa detrás de la cabeza.

Cada culpa y cada miedo

cada odio, cada recuerdo.

Le acarician con dedos

de fantasma la cordura

hilando escalofríos

tejen hábilmente la locura.


Nadie abandona la sala de los ecos

Nadie sin decidirse a morir primero.




viernes, 25 de junio de 2010

8 y 18


Los fantasmas de mi habitación se esconden en mi reflejo, puedo verlos en el brillo de mis ojos. El reflejo de tu ausencia, la ausencia de los gritos, latidos incesantes. Amores absurdos, sentimientos de cristal. Se rompen, trato de unirlos, pero la vida sigue. Te busco entre los árboles, busco entre las rocas el brillo de tu pelo, pero solo encuentro gatos muertos. La música de tus susurros, es ahora una vana melodía que resbala entre mis dedos.
Los violines suenan, descubren tu miedo, te escondes entre sus cuerdas, pero la luna te ilumina, no puedes ocultarte, porque ahora yo te observo. Me acerco, pero tú te alejas. Te beso, pero eres de piedra, te miro, pero ya eres invisible.
La sangre que recorría tus venas es ahora solo la droga que calma las ansias de los vagabundos. Ahora todo llora....ahora todo sangra...Ahora, ya no hay nada...

Ahora solo ves como me ahogo en el mar de mis dudas...

Deja que te abracen los vestigios de la muerte…