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jueves, 24 de noviembre de 2011

Sueños de verdad... Crónica de sueños

El entorno vacila y los viajantes se disponen a instalarse. La vista es impresionante, hay desde ojos negros y rasgados, hasta los zarcos y “monos”. La penumbra de llegada permite que todos los viajantes se instalen en el sutil lugar que más les plazca. Entre tanto hay un ambiente de calma, alegría, cansancio acompañado de la fatiga de largos viajes que cruzaron las caravanas por toda la tierra de nadie, en algún lugar de un gran país que respira entre sombras que succionan su energía vital. El sueño y la palabra por un mundo mejor, no dejan de replicarse entre las grandes y pequeñas voces que surcan los abrasantes cielos de Cali.

Las comarcas, las risas, las tristezas compartidas. Todo fluye en voces de palabreros y cuenteros de una realidad ficticia que se inventaron un día en un televisor. La lluvia, el viento, el frio, el agobiante sol no son excusa para una comunidad que busca la igualdad y la emancipación tanto deseada. Unas veces se transfigura la imagen de los tantos caminantes, que acompañan con sus pies descalzos, las risas, el llanto y la esperanza de un pequeño país mejor. Otras veces son los miles de tonos de piel los que se unen a las risas y cantos que agitan la memoria colectiva, incitándola a vibrar sin temor, sin miedo y más importante aún, llevando el fluir de vientos bonitos que provienen de labios de todo tipo, a los corazones y almas de cuanto curioso se aproxima.

La univalle es excitante… cuanto tipo de pinturas, murales, rayones y demás, dan vida a unos bloquecitos de concreto, pero no tendrían vida tampoco, si no hubieran esas masitas de carne quienes son los que respiran, mueren y reviven cuando no los olvidamos. Cada personita, caminante, niño, niña, indígena, afro descendiente, campesinos todos y seres humanos, tienen un compromiso real, una tarea que hacer y poco tiempo para entretenerse, sobre todo cuando lo que se quiere construir es una nación libre, una utopía real y palpable para los corazones soñadores. Pero cuando queda tiempo para la diversión o el descanso, se escuchan tambores que gritan, guitarras que explotan entre polvo de estrellas y cenizas de ciudad, voces que aclaman el llamado a los ancestros, sueños que no dejan de soñarse para hacerse realidad, flautas que atraen niños y los invitan a marchar, cuerdas e instrumentos rotos pero no muertos, corazones de madera que vuelan juntos como si fuese un huracán el que los mueve. También se escucha poesía, risas, llanto y alegría. Se escucha amor, perdón, ternura, se escuchan besos y miradas que se juran los amantes. Hay una energía que conecta a cuanto ser respira y los une entre esta pasión y fuego amorfo que llaman, según ellos y nosotros: Unidad.

En la mañana justo unos minutos al salir el sol e iluminar la llama de nuestra convicción, salen las pequeñas caravanas con todo tipo de comida encima de sus espaldas, otros comienzan a transformar la infinita culinaria en alimento para dioses, nada se desperdicia y todo ¡sabe a gloria! Chocolate, limonada, huevos fritos, masitas, carne asada, arroz, frijoles o judías, toneladas y toneladas de amor cosechado, alimentan desde las barrigas más pequeñas, hasta las más grandes y glotonas. Pronto hay un afán de correr a refrescarse, quitarse lagañas, mocos y demás partículas molestas para escrupulosos de la limpieza, pero no para caminantes con destreza de aguantar varios días sin ducha, entre ellos… yo. Todos se disponen a ir a caminar la palabra de nuevo, todos quieren llegar a tiempo a los espacios de debate y construcción de una nación rica en conciencia social y amor para los hombres tanto como respeto e incomparable valor hacia nuestra madre tierra.

La mañana pasa tan rápido como un parpadeo al despertar y otro al ir a dormir. Se aproxima silencioso desde donde proviene el furor de nuestra vida, el sol que trae consigo el calor sofocante luego de un día de lluvias. Todas las miradas demuestran una fuerte convicción y creencia en sí mismos y nosotros. Personas pasan como hormigas y pasan y pasan, todos de la mano, todos y cada uno pendientes del más grande al más chico. Es entendible que el infortunio es la fortuna de el azar, unos dicen que los pequeños caminantes no sobrevivieron al fuerte puño eléctrico de la naturaleza, otros dicen que los pequeños caminantes están bien (un rayo sorprende a dos niños) y claro está la confusión permanente que no es más que símbolo de preocupación por el verdadero valor de la vida.

Las horas se van y los días pasan. Las personitas y demás, hablan, discuten, se reúnen para compartir la palabra y hacer que ésta misma cobre vida como si fuera un dragón que se dispone a volar para atacar la injusticia, la desigualdad, los corazones negros y los señores reptilianos que no dejan de soñar en cagarse un pequeño país lleno de grandes esperanzas, esperanzas que aclaman ¡libertad y unidad!

Ya para el atardecer el sofocante calor se convierte en una pegajosa sensación para el cuerpo. De nuevo las pequeñas masitas de carne ya con su estomago lleno, se disponen a dejar de descansar y proseguir hasta el anochecer, caminando la palabra mientras otros la “ahúman”. Al principio del fin del ciclo de la luz del día, ya a lo lejos se comienza a sentir ese olor, ese aroma que se distingue cuando a lo lejos se ve fuego, humo y mucho sabor. Las estruendosas tamboras del pacifico atan al cuerpo a moverse hasta morir, morir mil veces en miradas embriagadas, risas, gritos y regaños a las dos y tres de la madrugada, “ya que todo el mundo debe irse a dormir”. Entonces cuarenta pares de pies se detienen y se marchan, dejando a la vista los borrachos en el suelo, los vasos y el licor que se encuentra ya en la sangre de más de trescientos pares de pies multicolor. Los borrachos son llevados entre tantos a sus ranchos, los que sobrevivieron a la mortal explosión de embriaguez, tendrán un largo camino que recorrer antes de poder ir a dormir. Pero ya llegada la noche oscura, trae consigo el silencio más ensordecedor de la noche. Quien sabe cuántas cigarras logran esa sincronía perfecta que expulsa la sinfonía de la madrugada, a lo que para el mundo de los seres humanos llaman otro día.

Pasados ya dos semanas en una mente y tres días en el “mundo real”. Las caravanas hablan de plenarias, mandatos, exigencias y relatos. Durante la última tarde de lo que significó el congreso de tierras, territorios, sueños y soberanías. Así pues otras caravanas de masitas de carne, comienzan a cargar costales y chécheres, a unas “escaleritas” que bien fieles son a la hora de transportar tres veces su peso. Las masitas de carne, sentimientos de realización, convicción y compromiso, comienzan a subir a las cajas metálicas de no sé cuantas llantas, dejando atrás lo que se entendió como un espacio de discusión transparente, que realmente puede inspirar certeza de su trabajo.

-Porque, Sí no demuestra suficiente convicción de compromiso, el hecho de que tantas personas vengan de la puta mierda, a dormir en el suelo y a pensar humanamente un país posible… Sí eso, no demuestra trabajo de vida para la vida, sí eso no demuestra que nuestros gobiernos son una mafia legal, y que el país está en manos de politiqueros podridos y podridas. Además de un montón de cerdos a quienes no les interesa más el derecho a la vida de una masita de carne, que un papel basado en una economía ¡FALOCRATICA! Sí toda esa música, esa energía pura y sincera, sí esas manos sucias, ojos cansados, ignorantes de la “tecnocracia”. No demuestran la belleza del ser humano y el compromiso que puede hacer posible un planeta para la armonía natural, el equilibrio dual, la sabia conciencia de la vida y el espíritu universal...

¿Qué objeto tiene seguir viviendo? – ¡montón de parásitos capitalistas!

Crónica sobre: Congreso nacional de tierras, territorios, sueños y soberanías.

martes, 15 de noviembre de 2011

Del hombre y otros animales

Señalándose… por millares de años, si se puede decir, el hombre se señala; sea para compararse, alegar algo, en pocas palabras para la simple excusa de un crecimiento “lineal”, se podría ver así desde una visión positivista. A veces, simplemente se hace el señalamiento por simplemente hacerlo, sirva o no para algo. Entonces agregamos a esta insignificante masa, un sin número de subgrupos: estos son amarillos, doctores, ladrones, o politólogos, y muchos otros más. Categorización de clases “necesaria” para el juzgamiento del individuo en masa. Entre estos más, entran los profesionales universitarios, sean de universidades públicas, o privadas, las cuales, estas últimas omitiré por lo inaportante que son en esta discusión.

Los que culminan sus estudios en universidades públicas están marcados, lo cual no importa. Lo importante es lo que recae en estos: - según pensamientos del común, cuando se hable de los estudiosos de las ciencias humanas (inexactas, llamadas generalmente; lo cual las hace más bonitas, superiormente poéticas) tienen una deuda con la humanidad, el pueblo, no sé… a la gente, por el hecho de recibir un estudio pagado con los impuestos de los mencionados anteriormente -. A estos (el común), deben saber que el que realiza tales estudios, los hace desde sí, para sí, sin deberle nada a un ente externo, sin devolver nada a nadie. En pocas palabras tal persona es desde ese punto superior a todo otro que lo rodea que no logro tal hazaña.

Una visión diferente rodea a este ente, que más allá de situarse en este mundo, lo observa, lo aprehende y aprende de este, siendo su crítica parcial y totalitaria, cambiante como toda verdad inexistente, basada en comportamientos infieles al hombre y al tiempo. Con todo el derecho toma la palabra y la exhibe en el mostrador al lado de la puta de babilonia y la razón. Su palabra no es como una verdad de tantas, sino la verdad, destructiva y venenosa en su efecto, y tronadora para dogma o visión errada de los caminos del espacio-tiempo del hombre y la razón.

Se pone en duda a sí mismo en su estado de Homosapiensapien. Por momentos su ser se vuelve líquido, otras veces gaseoso o sólido, dependiendo de la gravedad del bipolarismo en esta, causa-efecto de la sociedad misma y su reflejo de ser capaz de ser sí mismo, y otro, y otro… y otro más. Sus datos son tan importantes como la vida de las prostitutas en la antigüedad y el efecto sensual de estas en los hombres y su libido para la guerra y la discusión.

Su creencia se basa en el Lucifer de los Iluminatis y no en patrañas inverosímiles y sin sentido de pasión actual. La autocomplacencia y el ego están para superarse y el único regalo al exterior es su presencia y su estulticia. Su sorpresa se da más por el llamado del cosmos, que por la muerte de mil hombres; en tal caso sólo estaría allí para documentar los comportamientos de los ganadores y de los vencedores.

La belleza se hace infinita, a tal grado de encontrarse hasta en lo antiestético. Valor moral de cada cosa vista o no, pero impuesta por cada uno… todo es bello, hasta lo más horroroso…
Su reacción está sujeta no al impulso, sino al estudio preliminar. Documentaria el fin del mundo, lo observaría y viviría antes de huir despavorido sin dirección alguna.

Se ve observando, pero se encuentra en todo…