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miércoles, 30 de octubre de 2013

Aria del Chícharo


Chicharitos malformados, sugerentes, directivos;
cereales inactivos, indecentes trastornados;

chicharitos calcinados, imprudentes, despreciables:
trasteantes e inclementes; Chicharitos primordiales.

Chicharitos vehementes, taciturnos diferentes;
chicharitos indecentes aplastados por las calles.

Chicharitos sensoriales, devorados por los peces…
Chicharitos como nueces, cascarudos rompen dientes.

Quemados por inclemencias, Chicharitos bien tostados;
por los rincones del mundo, Chicharitos apestados.

Chicharitos oprimidos, por cochambre sepultados;
chicharitos indolentes, viven vidas sin resabios.

En las cloacas y retretes de los campus cultivados:
chicharitos sensitivos por las fiebres infectados.

En los valles de las mieses Chicharitos acampando,
en la mañana siguiente despiertan decapitados.

Chicharitos bien podridos, socarrones, desmembrados:
motosierras bien filosas los escurren endiablados.

lunes, 14 de octubre de 2013

"Las letras y la ginefobia" Ensayo de Faber Cuervo

Foto por: Francisco Enríquez Muñoz


“La mentira, el relato de las cosas bellas y falsas,
es la finalidad misma del arte”
  
Oscar Wilde



Introito.

La literatura no copia los abusos y monstruosidades de la vida igual a como hacen los reporteros de periódicos sensacionalistas. La buena literatura discurre sobre hechos humanos, es verdad, pero sobre lo repetidamente acaecido que ella recrea, levanta una nueva arquitectura narrativa, con un enfoque revelador, con estilo e imaginación propios, con el destello de interiores verdades estéticas. La literatura y las artes son mentiras bellamente contadas, afirmaba Oscar Wilde, queriendo ratificar que ellas no imitan la vida, sino al contrario, se hacen tan atractivas en su bella falsedad que conllevan a la vida  a querer imitarlas (1). Este es el caso de las novelas 2666 (2) de Roberto Bolaño y Millenium (3) de Stieg Larsson, con situaciones y personajes que no han existido jamás y que sin embargo son más reales que los de carne y hueso.  

Tanto Bolaño como Larsson abordan asuntos humanos demasiado humanos, destacándose entre ellos los ataques contra las mujeres en Ciudad Juárez (México) y en Suecia. Sus creaciones configuran una estética de la violencia de género que emana, no la verdad simple, sino la belleza compleja –lo feo entre lo armónico-, compuesta de verdades en términos de belleza que indagan en la naturaleza humana los tensos resortes que pueden desatar extrañas conductas.    

La sacrofobia y la ginefobia son, entre otros miedos, el tema de conversación entre el investigador judicial Juan de Dios Martínez y la directora del manicomio de Santa Teresa (Estado de Sonora – México), la psiquiatra Elvira Campos, en uno de los pasajes de la novela 2666. Mientras el judicial se devana los sesos tratando de hallar a un hombre que profana los templos (sacrofobia), la psiquiatra insiste en que la ginefobia es un mal mayor que está extendido en México, aunque disfrazado con los ropajes más diversos. Más que miedo, la ginefobia es la aversión obsesiva hacia las mujeres, otra de las fobias que están creciendo silenciosamente en el corral globalizado, agazapada en eufemismos, invisibilizada por el espectáculo en que devino la cultura y por la supremacía de temas políticos y económicos que dominan el espectro mediático. Stieg Larsson, periodista y escritor sueco, abre su primera novela de la trilogía Millennium, Los hombres que no amaban a las mujeres, con el siguiente epígrafe: “El 18% de las mujeres de Suecia han sido amenazadas en alguna ocasión por un hombre”. Pero, es en la segunda novela, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, donde Larsson desnuda en una punzante prosa de suspenso el denigrante comercio sexual entre Europa del Este y los países bálticos, y la persecución delirante por parte de varios hombres, incluido su padre y hermano, que padece el singular personaje de Lisbeth Salander.

¿Cuáles son las motivaciones que llevan a un par de escritores de distantes continentes a escribir sobre la ginefobia, valiéndose del periodismo investigativo, una propuesta estética, y la ficción? Para Bolaño es crucial dar cuenta, una tras otra, con fechas, descripciones detalladas del sitio en que fueron hallados los cuerpos, cómo fueron violentadas, cómo estaban vestidas, qué originó finalmente el deceso de todas las mujeres asesinadas entre 1993 y 1997 en Santa Teresa (transposición de Ciudad Juárez). Pareciera que el escritor chileno quisiera restaurar la inocente humanidad de cada una de esas mujeres salvajemente asesinadas, para al menos resistir al rápido olvido esa tropelía, negarse a la indiferencia humana, ofrendar un homenaje a cada víctima. Larsson va más al frente; no sólo desvela los aberrantes estigmas, usos, controles, torturas y vejámenes que sufren las féminas, sino que crea un personaje, Lisbeth Salander, quien detesta a los hombres que odian a las mujeres y asume la justicia por su propia mano. Como si el sueco sintiera en carne propia el dolor de aquellas que han sido ultrajadas, y sublimara en la vengativa y dura Salander la rabia acumulada y la indignación contenida.

Tanto Bolaño como Larsson están cruzados por la clásica novela policíaca. El chileno hace gala de una prosa poética, con un despliegue de detalles que imprimen fresca vitalidad a los ambientes y personajes, con sensible vuelo imaginativo en el que reconoce hasta los seres no humanos que impregnan el entorno narrativo. El sueco esgrime una prosa dura, afilada, explosiva, con frases entrecortadas, con profusa ficción, desenlaces sorprendentes, personajes con fuerte carácter, de reacciones imprevistas.

México y Suecia son los escenarios donde se desarrollan los principales acontecimientos de las novelas. El primero con una sociedad dominada por la religión y la lucha por la subsistencia; el otro, donde hay una libertad sexual ilimitada y se distingue con uno de los mejores estándares de vida en el mundo. En Santa Teresa, violan, cada día, a más de diez mujeres, muchas de estas violaciones terminan en asesinato. Suecia es, proporcionalmente, uno de los países que más putas compran, per cápita, de Rusia o de los países bálticos. Chicas entre los 15 y 20 años, procedentes de la miseria social de los países del Este, son atraídas a Suecia para trabajar, o sea, entregar su cuerpo para que las violen sistemáticamente. No hay otra actividad delictiva donde la aceptación social sea tan grande y donde la sociedad haga tan poco para acabar con ella…

“A todo el mundo le gustan las putas: fiscales, jueces, maderos, y algún que otro miembro del parlamento. Nadie escarbaría demasiado para atajar la actividad” (4).
Bolaño y Larsson no intentan explicar desde la sociología, ni la psicología, ni la antropología, los determinantes profundos de los sucesos. Esa no es la tarea de la literatura. Describen y recrean en una estética particular lo que investigaron, ficcionan y empoderan. A través de un surtido diversificado de personajes, ofrecen miradas múltiples a los hechos; pero es evidente que no sólo se preocuparon por construir un proyecto estético. No hay proyecto estético de envergadura que no sea soportado en un proyecto ético. Las grandes obras de la literatura universal han sido la explosión de elaborados sentimientos y percepciones que han tallado la vida interior de sus autores. James Joyce no hubiera escrito Ulises sino hubiera sido vapuleado en su niñez por la religión; Robert Musil no hubiera escrito El hombre sin atributos sino hubiera visualizado en su adolescencia lo que auguraba el “prometedor”  mundo industrial burgués que se iba devorando lo que quedaba de la aristocrática cultura del viejo régimen; Fedor Dostoievsky no hubiera escrito la parricida novela Los hermanos Karamazov si no hubiera tenido el padre que tuvo; Franz Kafka no hubiera escrito El proceso sino hubiera vivido en carne propia la fragilidad y el desvalimiento del hombre frente a la omnipotente máquina burocrática.


Vidas paralelas.

Oriundos de distantes puntos geográficos, sorprenden algunas sincronicidades entre los dos escritores. Contemporáneos que nacieron con un año de diferencia; ambos fallecieron a los 50 años, grandes lectores, noctámbulos, escribieron frenéticamente al final de sus vidas, no vieron publicados sus trabajos más elaborados, profesaron un profundo respeto hacia el periodismo investigativo, se interesaron durante su juventud por procesos democráticos en distintos lugares del planeta. Pero, el hecho más significativo que distingue las vidas paralelas de estos creadores es una situación particular que vivenciaron con mujeres, tal vez esté aquí el germen de un proyecto ético y estético que abarcaría sus vidas. Ocurrió durante sus adolescencias; en el caso de Bolaño, consistió en la desaparición de sus amigas, las hermanas Garmendia, en los días posteriores al derrocamiento del presidente Salvador Allende en Chile. Este episodio quedó registrado en la novela Estrella distante (5) cuando narró la traición que Alberto Ruiz-Tagle o Carlos Wieder –miembro del taller de poesía de Juan Stein en Concepción, junto con el mismo Bolaño y las Garmendia-, hace a éstas, quienes se esconden de la dictadura.

Cuando Stieg Larsson tenía 14 años, vio como sus amigos violaban una niña en un camping. No hizo absolutamente nada para impedirlo; entonces, buscó a la niña para brindarle excusas, pero ella lo rechazó (6). Esta experiencia lo conduciría a una actitud antiginefobica, notoriamente visible cuando en un intercambio de cartas con su editora, Larsson es intransigente con el cambio del título de su primera novela en la que se sostuvo debía ser Los hombres que odian a las mujeres, Man som hatar kvinnor –en sueco-. Fue después de su prematuro fallecimiento que los editores españoles decidieron cambiarlo por Los hombres que no amaban a las mujeres. ¿Qué diría Larsson si supiera que en Estados Unidos hicieron una versión cinematográfica de esta novela con el título La chica del dragón tatuado? Aquí se soslaya totalmente el sentido profundo del texto literario al destacar un aspecto formal.


2666
Un oasis de horror en un desierto de aburrimiento (7).

Un escritor prestigioso, del que muchos hablan pero nadie ha visto, es el centro de admiración de 4 profesores de literatura. Estos leen todas las novelas del escritor, escriben ensayos sobre ellas, asisten a congresos para dar conferencias. Anhelan conocer al nominado al premio Nobel, Beno Von Archimboldo, quieren conversar con él, lo buscan en los sitios donde dicen lo han visto, pero todos los intentos son infructuosos. El reputado Archimboldo, no se deja ver en ningún evento público, envía representantes a las editoriales, no hace lanzamiento de sus libros, no da ruedas de prensa, no pasa a ningún teléfono, no dicta cátedra, esconde su identidad en un seudónimo que nada tiene que ver con su origen alemán, a excepción del von, definitivamente muy germano.

La última opción para hallarlo es la ciudad de Santa Teresa. Hacia ese lugar se dirigen tres de los profesores, el francés Jean-Claude Pelletier, el español Manuel Espinoza y la inglesa Liz Norton. No pudo viajar el italiano Piero Morini. Esta ciudad, donde asesinan mujeres que botan en cualquier vertedero, es punto de llegada de  todos los que tienen velas en la vida interna de la novela. Sus habitantes afirman haber visto al escritor, pero Archimboldo es apenas un antifaz, al final de la novela se descubre que Hanz Reiter, un veterano del ejército nazi, es el hombre amado y buscado. Ni siquiera su única hermana, Lotte, sabe que él es el famoso escritor. Un hijo de Lotte es encarcelado en Santa Teresa acusado de asesinar a una de las tantas víctimas de delitos sexuales, entonces, por solidaridad con su hermana y sobrino, archimboldo viaja hacia México, cuando todos los que lo buscaban allí hace rato han regresado a sus países.

Novela anti policíaca porque no se descubren los asesinos en serie, excepto unos cuantos uxoricidas. El paisaje cotidiano de víctimas que aparecen como otro arbusto más, se erige en un altar del horror al que concurre la curiosidad mórbida de la sociedad. Cadáveres de mujeres abandonadas en cualquier basurero, en el desierto, en los cerros, en las carreteras, en los baldíos, detrás de los depósitos industriales,  en las calles, en los potreros, en edificios en construcción, en los arroyos, en sus propias casas, en las canchas de fútbol. A pesar de la recopilación de elementos probatorios, investigaciones, interrogatorios, fotos, expedientes, los crímenes quedaban en la impunidad. Bajo el polvo del desierto de Santa Teresa reposaban los cuerpos que representaban el erotismo, pero también la muerte, la atracción y la fatalidad, la inocencia y la perversión, el placer y la aniquilación, la fiesta y el luto. El cuerpo de mujer como otro campo de batalla del imaginario del hombre, carne y piel desgarrados por Eros y Tánatos, por el deseo y la destrucción. Hombres que llegan al cuerpo de la mujer no para compartir sino para dominar.

 Mujeres desde los 11 hasta los 50 años, estudiantes, obreras de las maquiladoras, camareras, empleadas, amas de casa, prostitutas, meseras. Faltan autopsias, desaparecen los exámenes balísticos, la indiferencia de los círculos sociales es pasmosa. Nadie escribe una crónica que profundice en los hechos. Tuvo mayor eco en la prensa local un ataque a las imágenes de las iglesias, que las mujeres asesinadas durante meses. Los periodistas caen en lugares comunes, al relacionar las muertes de mujeres con actividades del narcotráfico. Un cura que lee teología de la liberación informa mejor que la policía sobre lo que sucede en la frontera con México. La academia está atendiendo a los profesores de literatura que visitan la ciudad, y éstos están hechizados por un espectro que creen ver corporeizado en algún gigante santateresano. El aburrimiento los acecha. Ni siquiera en el DF se dan por enterados. Las autoridades pretenden disimular su impotencia al difamar a las víctimas, pues ellas se lo buscaron, “medio puta, decían los policías” (8). La tragedia cotidiana es objeto de banalización en los medios policiales y, posteriormente, en los periodísticos; los judiciales hacen chistes: “las mujeres son como las leyes, fueron hechas para ser violadas”.

La mayoría de las víctimas fueron estranguladas, violadas anal y vaginalmente. A una de ellas le encontraron restos de semen en la garganta, “lo que contribuyó a que se hablara en los círculos policiales de una violación `por los tres conductos´” (9). El marqués de Sade parece emerger de aquellos conductos para advertir que el vicio y la destrucción doblegan la naturaleza de aquellos hombres que fundan en el placer físico egoísta y en la dominación, sus impulsos eróticos. ¿Qué resorte recóndito lleva a un hombre a asesinar a una mujer después de que ésta le ha ofrecido el más anhelado placer? No dejar evidencias de su brutal coerción, deshacerse de la única voz que lo puede acusar, parecieran ser las respuestas. Si tanto el bien como el mal son cosas rutinarias, si es verdad que todos somos insignes malvados, si todos los días mueren personas, es evidente también que en estos crímenes sexuales hay un plan racional que va desde el rapto, la violación y el asesinato, que los convierte en las peores demostraciones de horror. La humillación y sufrimiento de las mujeres es indecible porque desde que son raptadas saben a conciencia lo que les espera. Son horas del terror más despiadado, saben que no saldrán con vida, la impotencia es absoluta contra la fuerza masculina.

Existe ginefobia porque prevalecen rezagos de estigmatización a la mujer por ser ella misma, por empoderarse, por decidir qué hacer con su cuerpo. Por ser bruja instintiva, porque es discriminada desde doctrinas religiosas por aprensiones morales, porque no se acepta la alteridad. Pareciera que la humanidad necesitara de rebrotes, de fuertes dosis de animalidad, de inocencia salvaje, de horror y de sadismo para confirmar que la vida sigue siendo la primigenia vida con sus impulsos eróticos y tanáticos. No existe el hombre sin sombra. Y la cultura, a través de las instituciones ha querido acallar el instinto con una incomprensión insana que produce su resurgimiento enloquecido. En lugar de ayudar a conducir los instintos, los impulsos a la danza de los cuerpos y el deseo, la convierte en la “danza macabra”. La represión, los prejuicios, la mezcla sexo-sangre, devuelven el humanitas al animalenses bestializado.

Bolaño hace visibles a las víctimas de delitos sexuales, devuelve el rostro a las mujeres que fueron apenas un número estólido en las estadísticas forenses; rescata sus sueños, sus logros, sus habilidades. Vuelven a ser, la niña inocente, la joven curiosa, la madre solícita, seres vivos con pensamientos, sentimientos, ideales. Revive su condición de protectoras, con hijos a los que quieren entregar toda su energía y sus ingresos, mujeres que caminan largas distancias para llegar a las fábricas, mujeres a las que no les importa pasarse noches sin dormir empalmando un turno con el otro, mujeres cuyo sueño era vivir cerca del mar, mujeres de los pies a la cabeza, mujeres que le rezan a la virgen de Guadalupe, mujeres que cocinan a su prole, mujeres que cuidan un patio con plantitas y gallinas, mujeres con las piernas abiertas -muy abiertas-, , mujeres que quieren estudiar computadores o irse a Estados Unidos a cambiar el destino, mujeres que anhelan ser artistas. También, evoca a las menores de edad que morían sin que nadie hiciera nada para evitarlo, niñas que apenas empezaban a despertar a la conciencia, niñas cuyo pecado era tener un cuerpo de mujer, niñas que no se desprendían de sus muñecas, niñas alquiladas a las maquiladoras.

Nadie tiene idea de lo que acaece en Santa Teresa, excepto Elvira Campos, la directora del manicomio, algo similar a lo que ocurre en Ensayo sobre la ceguera con la mujer del médico, la única que no pierde la vista cuando todos los demás se quedan ciegos. Elvira ve ese oasis de horror en un desierto de aburrimiento, donde se destinan más investigadores judiciales a perseguir profanadores de templos y pequeños ladrones que a investigar los asesinatos de mujeres. Elvira no se ha contagiado de la ceguera general que no es más que la insensibilidad y robotización de la gente; ya ha visto demasiado, piensa que a los 55 años, próxima a cumplirlos, debería suicidarse. Soñaba, a veces, que lo dejaba todo, tomaba un avión a Paris, se hacía arreglar la nariz, los pómulos, se aumentaba los senos, rejuvenecía 10 años. “Una nueva vida sin mexicanos ni México ni enfermos mexicanos” (10). Como para Hamlet, Dinamarca era una cárcel”, así era México para Elvira. Ella hace teatro en el teatro de los enajenados, se reserva su espacio privado, tiene a raya a su estulto pretendiente. Elvira también se debate entre el ser y el no ser, entre el envejecerse en una sociedad de locos o escapar a la libertad.

Una serie de personajes desencantados habitan la narrativa de Bolaño, como una profesora de secundaria que escribe poesía y se suicida porque no soporta “todas esas niñas muertas”; la muchacha que no cree ni en el amor, ni en la honestidad, ni en las puestas de sol ni en las noches estrelladas, ni en los libros, porque en su casa sólo hubo libros nazis, política nazi, economía nazi, mitología nazi, poesía nazi, novelas nazis, obras de teatro nazi. Un pintor que sólo pinta mujeres muertas. Pero también hay un cazador que se iba al bosque, hiciera el tiempo que hiciera, a buscar su pene y sus testículos que le habían arrancado. Este hombre sin atributos terminó casándose y vivía feliz; un hombre que logró imponer su deseo a la realidad (11). Allí radica, tal vez, la felicidad, pareciera decirnos Bolaño, en intentar siempre imponer el sentido de la posibilidad al sentido de la realidad. Los dos sentidos que según Robert Musil permiten, en su interacción dinámica, que “siempre el mundo podrá ser de otra manera”. No obstante, los muertos de Pedro Páramo parecen trasladarse a los barrios pobres de Santa Teresa, a las zonas de maquiladoras, a las fábricas cercadas por barreras de alambre en las chabolas perdidas, “esperanzadas apenas en un hermoso atardecer”. Y susurra también El laberinto de la soledad, que tiene la virtud de que lo allí predicado no solo aplica para México sino que es extensible al género humano:

“La contemplación del horror, y aún la familiaridad y la complacencia en su trato, constituyen contrariamente uno de los rasgos más notables del carácter mexicano. Los Cristos ensangrentados de las iglesias pueblerinas, el humor macabro de ciertos encabezados de los diarios, los “velorios”, la costumbre de comer el 2 de noviembre panes y dulces que fingen huesos y calaveras, son hábitos heredados de indios y españoles, inseparables de nuestro ser. Nuestro culto a la muerte es culto a la vida, del mismo modo que el amor, que es hambre de vida, es anhelo de muerte, el gusto por la autodestrucción no se deriva nada más de tendencias masoquistas, sino también de una cierta religiosidad” (12).

martes, 1 de octubre de 2013

Elogio a los poetas mamertos (Primera parte)


Suena la marimba de los roñosos: Mao, Mao, Mao… el golpe, la reverberación de las tuberías, y el hoz sobre la sinapsis de las amebas.

El salón está listo, el lápiz está listo,  el discurso neo-culebrero está listo, los pañales están listos:

Primer punto: Mamertos y Mamertas de Colombia, nuestra poesía incendiaria no tiene ídolos,  ni Humpty dumpty, los Annunakis y la miseria perderá la dirección de nuestra filosofía.  Somos capuchos del verso y la rebelión autista. Nuestro terrorismo patético tiene la suavidad de lo rural, y como porcinos le haremos el amor a las hortalizas, hablaremos de identidad en las selvas con teorías francesas,  y en la barriada imitaremos al estilo de Bukowski.  Recitaremos la poesía de los indignados y los excluidos con nuestra lengua viperina con síndrome de Tourette. Porque nunca nos callará nadie, ni la mierda de unicornio.

Segundo punto: Poli mazorcas, poli prepucios, poli artrópodos, basta ya de los conclaves poéticos. Compañeros mamertos, vivimos un  momento  histórico de liberarnos del yugo de la poesía institucional y academicista.  Basta ya del coctel y el mutuo elogio. Basta de las dictaduras de los fachos poetas, nosotros haremos la revolución del vómito del gallinazo, pues los militantes de la mejor poesía de la ciudad, se tomarán las calles en la libre expresión de la imbecilidad:  a la carga, a la carga.

Suena la marimba del herpes: Mao, Mao, Mao…  la música del colectivo emborrach-arte,  la mutación de los espermatozoides: las criaturas del Averno.   

Silencio en Dubái: Poetas millonarios, somos los jóvenes poetastros, con ganas de ganarnos el premio nacional de apendicitis, la gente nos escuchará porque somos profetas: yo soy, sí, yo soy la verdad, nuestra secta se llamará: Somos jóvenes poetas. Nuestra misión de perros amputados, será el escándalo.

Silencio en Medellín: Alberto Aguirre sacó por tercera vez  de la cárcel a Gonzalo Arango. Aguirre como si fuera un visionario le dice: Vea Gonzalo, en el 2013 unos culicagados lo imitarán y vos te morirás de la risa en tu tumba. Sos un hijueputa,  influenciarás a un circo.

Silencio en Cali: El gago cinéfilo, el amigo de las  narices periqueras de Mayolo, sentirá nuestro poderío al son de Lluvia con Nieve, somos invencibles párvulos hedonistas, suicidas desempleados, hijos bobos de la maracachafa, bailamos y bailamos nuestro rito de la sobredosis, y claro,  los sub 20  tenemos un Caicedo en nuestro corazón.   

Suena la marimba y el rito de la poesía  Vogona,  el rumbo está en nuestras manos : Mao, Mao, Mao…

Revista Innombrable


“hay algunos individuos que perdidos en la bruma y el caos de la ciudad contemporánea, lugar de encuentros y desencuentros, de una soledad que va más allá del cuerpo y del deseo irreal han decidido retomar el legado de los antiguos magos. Ellos hoy articulan y arman su entramado arcano a través de su poesía y se dicen a sí mismos -innombrables- los sin nombre; repulsivos y atrayentes, pero los innombrables siguen allí, impávidos, escribiendo, desafiando su tiempo, la construida verdad, continúan embriagándose, llenándose del caos que se riega por el mundo y que todos temen nombrar”

Revista Innombrable nace en Medellín Antioquia en el año 2009, como propuesta alternativa al arte de la ciudad y el país, la revista en su inicio fue integrada principalmente por estudiantes de la Universidad Nacional, Universidad de Antioquia, amigos, conocidos y artistas cercanos al grupo de la “balsa”, los “bambúes” o simplemente del “parche” como le llaman en Medellín. 

Aunque la Revista Innombrable tuvo su origen en dicha ciudad, solo uno de los 5 números con que cuenta la revista ha sido lanzado en Medellín; la edición # 1 llamada “Aquí y Ahora”, fue lanzada en la ciudad de Bogotá, días después algunos miembros fundantes se dieron a la tarea de llevarla a países como Ecuador, Perú y Bolivia.

Al siguiente año, 2010, sale la edición # 2 “El sonido de las Esferas” siendo esta la única edición que ha visto la luz en su ciudad natal, tras el lanzamiento de este #, los innombrables realizan diferentes tipos de actividades en bares, parques, universidades y diferentes puntos de la ciudad y pueblos aledaños como la estrella y el peñol. 

Desde que la primera edición de la revista vio luz en Bogotá en el año 2009, en esta ciudad se siguieron realizando actividades con participantes y miembros de la Innombrable, siendo así que la #3 correspondiente al año 2011 “Los Días en que Pensamos Tarde” fue lanzada de nuevo en la capital, con un buen número de participantes tanto de la ciudad de Bogotá, como de Medellín.

Desde mediados del 2011, la Revista Innombrable viene trabajando en la Ciudad de México, donde ha lanzado las ediciones #4 “Alquimia Poética” en el 2012, y #5 Violencia-Arte-Revolución “Estéticas de Resistencia”  correspondiente al 2013 y de la cual nace la idea del 1er Encuentro Innombrable MÉXICO D.F. 2013 “Lectura incesante de poetas Infames e Innombrables”

Desde su creación en el 2009 y durante sus 5 ediciones, la revista innombrable ha publicado más de 100 artistas entre poetas, cuentistas, ensayistas, ilustradores y pintores de diferentes partes de Colombia, América Latina y España.