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jueves, 31 de julio de 2014

Kali o las llamas del tiempo


Oṃ jayantī mangala kālī bhadrakālī kapālinī .
durgā kṣamā śivā dhātrī svāhā svadhā namō'stu‍tē
DEVI ARGALA STOTRAM

La negrura del abismo del tiempo se llama Kali;
Encarnación de Parvati, esposa de Shiva.

Las llamas de la mortalidad se consagran a Kali;
Encarnación de Parvati y esposa de Shiva.

La gracia en la misericordia de la muerte es la dulzura de Kali,
negra marea del devenir; Encarnación de Durga
y hermana de Shiva, pues Shiva también es Mahākāla;
pues Shiva también es Kālam.

Cuando Durga-Parvati se percata de que es tiempo comienza a ser Kali,
esposa de Shiva; fiereza de Chandi y
esencia del Kāla.

Cuando Kali no requiera del tiempo devolverá todo al inicio, que es ella misma;
devorando el mundo de vuelta a las sombras de su matriarcado original.
Señora del final y del principio,
apaciguadora de Shiva, que es kālam.

En cada uno de sus brazos majestuosos aguarda un ocaso para la existencia.
—En cada uno de tus brazos majestuosos veré las almas de cien— mil
condenados que osaron creer en ti.

Pues las llamas de la extinción que llueven a cantaros sobre la tierra
brotan sólo de Kali, y sólo a ella volverán;
¡ira de Durga; consorte de Shiva-Mahadeva!

lunes, 21 de julio de 2014

Tu Súcubo



El súcubo (del latín succŭbus, de succubare, «reposar debajo»), según las leyendas 

medievales occidentales, es un demonio que toma la forma de una mujer atractiva para 
seducir a los varones, sobre todo a los sensibles, a los adolescentes y a los monjes, 
introduciéndose en sus sueños y fantasías, para tener relaciones sexuales con ellos. 


Eras ángel andrógino
y te ofrecí la turbación de mis dedos
entre el roce furtivo del pantalón
- prieto dique que aprisionaba tu sexo-.
Y quise encenderte la sangre,
deslizándote al oído mil presagios
del naufragio que te esperaba
entre el abrazo de mis muslos.
O corromperte en la tentación,
de la manzana y su dulce
hendidura palpitante.
Arrancarte la mácula,
el estigma de pureza
-impropio de un hombre-.
Conducirte hasta la lenta agonía
de tu primer estertor,
 mientras te recitaba
el “Ars Amandi “ de Ovidio ,
siendo yo , tu súcubo,
tu meretriz de Astarté,
en los Jardines colgantes de Babilonia.
Y descubrirte el caracol lascivo de mi lengua
dibujando un laberinto de plata,
en cada recodo de tus secretas virginidades.

Pero tú me apartaste
- cáliz agrio-.

Mañana, nadie se extrañará si Salomé
pide tu cabeza en bandeja de plata,
para besar tu fría boca,
con sus labios de infierno y de despecho.